FALSA IDENTIDAD.

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Hecha la ley, hecha la trampa. Traficantes ilegales de fauna protegida argentina cazan grandes cantidades de polluelos de loros barranqueros (Cyanoliseus patagonus), pájaros muy comunes en esa región, y les aplican un baño de peróxido de hidrógeno para cambiar sus colores y venderlos como guacamayos. Mientras el dorso del lorito es verde oliva, sus alas, azules y su panza, amarilla con una mancha roja, el colorido del guacamayo azul y amarillo (Ara ararauna) es mucho más intenso, y los traficantes obtienen hasta 530 dólares por cada una de estas aves.La práctica del teñido suele provocar daños hepáticos irreversibles, y los pobres loritos mueren pocas semanas después. Los pocos sobrevivientes quedan al descubierto cuando mudan sus plumas y las nuevas aparecen con sus colores auténticos. Sólo entonces los nuevos dueños se dan cuenta de que fueron estafados.

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