En el mundo hay 168.000 hormigas por cada ser humano. De hecho, las hormigas suponen el 15% de los organismos vivos terrestres del planeta, además de contar con un número de subespecies colosal: 12.567 especies diferentes de hormigas deambulan por la Tierra, más del doble que las especies de mamíferos.
Según Xavier Espadaler, de la Universidad Autónoma de Barcelona, el mero hecho de la desaparición de las hormigas de la faz de la Tierra provocaría una degradación rápida del ecosistema, ya que se dejarían de proporcionar los servicios que realizan estos pequeños animales. Lo primero que veríamos sería una gran acumulación de cadáveres de otros animales en el suelo, y se perdería gran parte de la diversidad biológica del planeta. “Lo más probable es que las plantas que ofrecen recompensas alimenticias o cobijo a las hormigas desaparecieran y el efecto se iría amplificando desde ahí”.
Las semillas dispersan las semillas simples que caen de la planta al suelo, un proceso que se conoce como mirmecocoria. Las plantas necesitan de las hormigas para extenderse o para crecer. Además, las hormigas pueden polinizar, aunque no vuelen, como las abejas, pueden cargar el polen a plantas cercanas cuando no hay insectos voladores que pueden realizar este trabajo. De hecho, hay hormigas que pueden albergar más granos de polen que las propias abejas.
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