Agarré mi cámara del coche y tomé dos rápidas instantáneas cuando ella empezó a titubear. Tan rápido como pude, cambié el carrete y me acerqué a coger otro. No había terminado de meter el carrete nuevo cuando ella osciló hacia la muchedumbre y se precipitó al vacío. Gritos y alaridos surgieron de los aterrorizados observadores cuando su cuerpo cayó en picado hacia la calle. Tomé el control de mi mismo, esperé a que la mujer pasara por el segundo o el tercer piso, y entonces apreté el disparador. Russel Sorgi, fotógrafo. Mayo de 1942. El suicidio es un tema tabú en el periodismo. Dicen que abusar de su difusión no aporta sino un efecto psicológico ‘en cadena’ que puede generar más suicidios. Parte del protocolo y manual del periodista cívico y deontológicamente comprometido. El problema es que la linea del sensacionalismo y del proceso informativo es muy frágil en este caso y se quiebra con excesiva facilidad dejando poco margen a los periodistas profesionales. Vivo en un edificio alto, simbólico, gris y estupendo para mirarlo en soledad desde sus cumbres. En el último año se han suicidado dos personas. Una cayendo a escasos metros de donde yo me encontraba y otra que acudía a la consulta de un psiquiatra situada en el piso 15 (asómbrense!). En ninguna de las dos se hizo más crónica que la del anónimo suicida que yo aporté en particular a “El Mundo”. La foto de Sorgi es un clásico documento de la historia del periodismo, impensable hoy fuera de la sección de sucesos o ‘cacharrería’ mediática. Me quedo con el sobrecogimiento que produce pensar en la historia detrás de esa chica. Barrunto un grito de auxilio en su caída ¿El suicida que se arrepintió mientras caía?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
checa esta Rola mi buen chelino http://www.youtube.com/watch?v=Nv_rF0Y6rA0
no habia escuado a está banda OJOS, los escuche muy prodresivos (o no es así), me agrado. un saludo mi estimadisimo.
Publicar un comentario